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La Dulce Historia de Mi Pastelería

Todo comenzó hace tres años, en plena pandemia. Trabajaba en un restaurante que, debido a la falta de turistas y volumen de trabajo, tuvo que despedir a seis empleados, incluyéndome a mí. Aunque tenía derecho a dos años de paro, al tercer mes ya estaba aburrida de estar en casa y decidí emprender mi propio camino. Ya no quería trabajar para otros.

Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de hacer pasteles en tarrina. Los había visto mucho en Instagram, ya que en Brasil son muy comunes como postre y merienda. Aunque nunca los había probado, me lancé a la aventura. Al principio, ponía algunos vasitos en mi bolso y salía a ofrecerlos por la calle. Para mi sorpresa, a todos les encantaban y empezaron a pedirme más. Incluso me preguntaban si los hacía para bodas y cumpleaños.

Esto me llevó a estudiar repostería y a sentir la necesidad de estar en la cocina todos los días. Al principio, no tenía muchos clientes, pero cada día me despertaba con ganas de inventar nuevas recetas y sabores. Así fue como todo comenzó.

Un día, cuando le conté a mi familia en Brasil y a mi mamá sobre mi nuevo proyecto, me revelaron que mi papá había sido un gran pastelero de bodas. Creo que de ahí viene mi pasión por la pastelería. Y así es: amo lo que hago.